Me lancé al mar confiando en sus corrientes, abrí las velas creyendo en sus vientos…y ahora, mi barco está en el fondo y yo flotando sin rumbo en un mar cada vez más picado.
De pronto apareces tú, con una impresionante y desconcertante luz, alumbrando la más oscura y trágica de mis noches.
Tu luz me trae esperanza, me ayuda a olvidar ese viejo navío cuyo destino, por más que me duela, era el fondo del mar. Tu luz me da rumbo, me da fuerza y me llena de calor.
Es solo una luz a lo lejos y ya tiene sentido mi deriva, el corazón me late deprisa y el cansancio desaparece, necesito llegar a la costa.
Pero me canso, me agoto sin que pueda evitarlo, me hundo luchando contra un mar oscuro y frío, malhumorado y profundo.
El agua congela mis pulmones y noto la sensación de bajar, de caer…morir.
Pienso qué pasaría si saltaras tú al mar a rescatarme… Podría gritarte pidiendo auxilio, llamarte desde este remolino sin sentido y hacerte caer… aferrarme a ti como salvavidas, salir del atolladero y entonces darme cuenta de que tú eres quien se ha ahogado en el proceso…imposible, la vida sin ti no tiene sentido, te quiero demasiado.
Me sigo hundiendo, muriendo mientras pienso en esto, mientras te tengo a nueve números de distancia, para pedirte ayuda y poder respirar… para que saltes al mar y me cojas, para ver si es posible salvarnos, salvarte o para verte alejarte también a la deriva…
Pero no voy a llamarte, eres demasiado importante para mi y no voy a consentir que arriesgues tu vida en mi tormenta, seguiré luchando contra la corriente y espero con toda mi alma que sigas estando en la costa si es que me salvo y llego hasta ti...espero que seas el mismo que ahora, que a lo lejos, desde dentro del agua traidora y turbulenta, se te ve como el faro más bello jamás construido.
Estoy remando hacia ti.
Siento tus labios que dan calor a mi boca, acaricias mi pelo mientras susurras en llanto…
Por fin juntos,